lunes, 24 de enero de 2011

Ludmil Angelov, la constancia unida al don.

Cuando era pequeño, y dentro de mí reinaba ese carácter infantil cargado de inocencia de serie,( del que aún queda un poco) siempre sentí debilidad por los regalos grandes, por el papel de regalo oscuro, por la caja que sobresalía frente a las otras, porque sin darme cuenta asociaba el tamaño a la ilusión.

No existe la ley ni la norma que mida quien se merece qué, o quien se merece cuánto, porque el valor es un indicador autónomo que sube y baja en nuestra cartera de valores diaria.

A medida que pasan los años, las caja grandes, fueron remplazadas por las pequeñas, y los pequeños detalles se impusieron en "la pirámide jerárquica" de nuestra fibra nerviosa; ahora el papel del envoltorio ya no se rompe, y la carta dedicatoria ya no pasa desapercibida.

Ahora me doy cuenta de que los verdaderos regalos no se envuelven, porque son situaciones espontáneas que nos invitan a reflexionar sobre la fortuna, la suerte, y la intensidad, de saber degustar esos instantes que sin darnos cuenta, nos prestan ilusión.

Hoy he tenido el despiste de escuchar a este paquete enorme desenvuelto al oído.

Ludmill Angelov.




jueves, 20 de enero de 2011

El génesis de Autor.

Es la necesidad el único vínculo estable entre una idea y su desarrollo. Somos cómplices inherentes a existir, a perturbar la línea recta, a intentar ser alguien. Nos hemos convertido en esos críticos activos, viciados a rellenar espacios, porque la virginidad y el sentido, parece que pierden relevancia cuando solo importa ser el que habla más alto.

Hablo de la autoría consciente, de la autoría capaz de ser más que un concepto, de la fuerza motriz que impulsa al creador a contar, hablo de proyectos vivos que luchan por salir del papel. No se trata de ser el "orador con el megáfono", ni "el capitán del barco", porque el rumbo y el volumen lo determinan el viento y el trabajo y no la voz o el barco.

Estamos embaucados en una dirección confusa, porque es más cómodo estar alerta, que emprender un camino incierto, tenemos una perspectiva equívoca del riesgo, porque creemos que llegará el gran momento, cuando es el momento el que espera a que demos el gran paso.

Y en el vaivén de la pregunta se extingue la iniciativa a emprender, pensamos que la suerte es aleatoria, casual, abstracta, imposible, porque buscamos una recompensa gratuita que nos ayude a salir de la pasividad en crisis.

En cualquier caso, la digestión artística no es aquella que formula preguntas, o busca recompensa, sino la que siente beneficios, inmensidad y plenitud.