No existe la ley ni la norma que mida quien se merece qué, o quien se merece cuánto, porque el valor es un indicador autónomo que sube y baja en nuestra cartera de valores diaria.
A medida que pasan los años, las caja grandes, fueron remplazadas por las pequeñas, y los pequeños detalles se impusieron en "la pirámide jerárquica" de nuestra fibra nerviosa; ahora el papel del envoltorio ya no se rompe, y la carta dedicatoria ya no pasa desapercibida.
Ahora me doy cuenta de que los verdaderos regalos no se envuelven, porque son situaciones espontáneas que nos invitan a reflexionar sobre la fortuna, la suerte, y la intensidad, de saber degustar esos instantes que sin darnos cuenta, nos prestan ilusión.
Hoy he tenido el despiste de escuchar a este paquete enorme desenvuelto al oído.
Ludmill Angelov.
Me encanta, me encanta la forma en que lo has descrito :)
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